El cisne tomado por ganso.
Un hombre muy rico alimentaba a un ganso y a un cisne juntos, aunque con diferente fin a cada uno: uno era para el canto y el otro para la mesa.
Cuando llegó la hora para la cual era alimentado el ganso, era de noche, y la oscuridad no permitía distinguir entre las dos aves.
Capturado el cisne en lugar del ganso, entonó su bello canto preludio de muerte. Al oír su voz, el amo lo reconoció y su canto lo salvó de la muerte.
El cisne y su dueño.
Se dice que los cisnes cantan justo antes de morir. Un hombre vio en venta a un cisne, y habiendo oído que era un animal muy melodioso, lo compró.
Un día que el hombre daba una cena, trajo al cisne y le rogó que cantara durante el festín. Mas el cisne mantuvo el silencio.
Pero un día, pensando el cisne que ya iba a morir, forzosamente lloró de antemano su melodía. Al oírle, el dueño dijo:
— Si sólo cantas cuando vas a morir, fui un tonto rogándote que cantaras en lugar de inmolarte.
El cuervo enfermo.
Un cuervo que se encontraba muy enfermo dijo a su madre:
- Madre, ruega a los dioses por mí y ya no llores más.
La madre contestó:
- ¿Y cuál de todos, hijo mío, tendrá piedad de tí? ¿Quedará alguno a quien aún no le hayas robado la carne?
El cuervo y Hermes.
Un cuervo que había caído en un cepo prometió a Apolo que le quemaría incienso si lo salvaba; pero una vez liberado de la trampa olvidó su promesa.
Capturado de nuevo en otro cepo, dejó a Apolo para dirigirse a Hermes, prometiéndole también un sacrificio. Mas el dios le dijo:
- ¿Cómo voy a creerte ahora, miserable, si ya engañaste y renegaste de tu primer señor?
El cuervo y la culebra.
Andaba un cuervo escaso de comida y vio en el prado a una culebra dormida al sol; cayó veloz sobre ella y la raptó. Mas la culebra, despertando de su sueño, se volvió y lo mordió. El cuervo viéndose morir dijo:
- ¡Desdichado de mí, que encontré un tesoro pero a costa de mi vida!
Fábulas de Esopo
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